El, con el corazón desgarrado prometió no volver a enamorarse jamás, no quería volver a sufrir pero olvidaba de lo maravilloso que puede ser amar y mejor aún ser amado pero...un día cualquiera en un lugar cualquiera apareció ella, con su sonrisa, con su paz, paz que invadió su corazón y esa daga que tenia clavada en el estómago desapareció por momentos.
Sus labios estaban a centímetros pero no seatrevieron a juntarse, no, ese día no pero quizás no hubiese otra oportunidad, respiró, miró a otro lado y la vida continuó, sin corazón y con esa daga en el estómago.
El tiempo pasaba, la vida seguía pero el destino no quedó contento ese día y quiso volver a cruzar a ella en su camino, y entonces si tuvo el coraje suficiente, se lo contó, le dijo lo que sintió la última vez que se vieron y ella...ella respondió.
Aún así y como era normal en la vida de el, cientos de kilómetros se interponían a su felicidad y tomó otra decisión, tal vez la más dura de su vida, metió lo poco que tenía en su coche y se marchó, se marchó en busca de su felicidad siempre negada.
Durante mucho tiempo siguió entre sombras, sabedor de que un trozo de el se quedaba atrás pero un día, de la noche a la mañana se dio cuenta que ella era lo que faltaba en su vida, alguien que le amaba incondicionalmente, alguien completamente especial y empezaron a salir de su boca sonrisas sinceras, de sus ojos lágrimas pero por primera vez en mucho tiempo de felicidad y en su corazón brotó la esperanza, esperanza de tal vez un día ser plenamente feliz.
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